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EL ENOJO

El enojo es una emoción normal que experimentamos todos los seres humanos y que se da en situaciones ante las que nos sentimos amenazados, creemos que podemos sufrir daños (o que otro puede sufrirlos), pensamos que nos han lastimado, o nos frustramos. Pero que puede llegar a transformarse en una emoción destructiva si se siente con demasiada intensidad, muy frecuentemente, o se expresa de manera inapropiada, lastimándonos, lastimando al otro verbal o físicamente y dañando objetos. Respuestas de este tipo traen aparejadas consecuencias negativas para nuestra salud física y mental, conflictos en las relaciones interpersonales que incluso pueden acarrear posibles problemas legales, de pareja, familiares y financieros.

Debe quedarnos en claro que no se trata de eliminar la respuesta al enojo, silenciándolo, ya que ello influenciaría negativamente en nuestra salud en forma de úlceras, estrés, aumento de la tensión arterial, infartos, agotamiento mental, etc. De lo que verdaderamente se trata es de responder adecuadamente, siendo un paso de importancia el reconocimiento de los primeros indicios que afloran y que funcionan como una luz roja que nos señala la aparición de esta emoción.

A nivel corporal, nuestro organismo activa una respuesta de “ataque o huida”, tal como lo hacía el cuerpo de nuestros ancestros para prepararse efectivamente ante el peligro. Este mecanismo continúa intacto para nuestra especie: la circulación de la adrenalina y otras hormonas por el torrente sanguíneo, el aumento de la frecuencia cardíaca, la tensión muscular, la respiración alta y corta, la sudoración, son indicadores a tener en cuenta en relación a nuestro enojo. Para contrarrestar este efecto y permitir que nuestro organismo recupere su equilibrio, la respiración lenta y profunda y la visualización creativa son estrategias de comprobada eficacia que permiten reducir la activación fisiológica que impulsa el enojo.

A nivel mental, el enojo es una respuesta a nuestros propios pensamientos. En lugar de dar rienda suelta a pensamientos que tienden a volverse exagerados y dramáticos, llegando incluso a distorsionar la situación real, resulta necesario aprender a remplazarlos por pensamientos que resulten más adaptativos y funcionales e inviertan el camino de la espiral ascendente del enojo con el objetivo de preservar nuestra salud y nuestra vida de relación.

Para finalizar, no debemos olvidar la importancia de la efectividad de la comunicación en relación al enojo. Pretender intercambiar opiniones cuando nos sentimos muy enojados es contraproducente. Podemos decir que necesitamos retirarnos por un momento o acordar con la otra persona un momento para dialogar sobre la situación conflictiva. Y en el momento de iniciar la conversación, escuchar al otro, permitir que termine de decir lo que quiere decir y expresarnos en primera persona, utilizando el “Yo siento/pienso”, evitando el “Tú”, con lo cual evitaremos que la otra persona se ponga a la defensiva y nos ataque.
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